09.01.2017.
Marta Dahó, profesora de Historia de la Fotografía de los Estudios Superiores en Fotografía Contemporánea de Idep Barcelona, es comisaria de exposiciones, investigadora y docente. Licenciada en Historia del Arte en la especialidad de Arte Contemporáneo por la Universidad Autónoma de Barcelona, actualmente desarrolla su tesis doctoral en esta universidad. Su área de investigación se centra en el estudio de las prácticas fotográficas en el ámbito artístico en relación a la reflexión sobre el territorio. Es miembro asociado del Grupo de Investigación Art Globalization and Interculturality (AGI). Desde 1995, ha comisariado y dirigido numerosos proyectos expositivos para instituciones de prestigio internacional (Fundación Mapfre, Magnum Photos, Metrònom). Y en calidad de comisaria independiente, ha realizado la retrospectiva de Stephen Shore, y la de Graciela Iturbide, expuesta en destacados museos y festivales europeos y latinoamericanos (Fotomuseum Wintertur, Pinacoteca Sao Paulo, Museo de Arte Moderno de México y el Festival Rencontres d’Arles). También ha comisariado exposiciones y diaporamas, para diversos festivales como Talent Latent’08 para SCAN (Tarragona), Gioia ¿? Gioia para el Festival Internazionale di Roma y An Idea of Europe para Fotofreo (Fremantle, Australia).
Marta, recientemente hemos podido disfrutar de tus reflexiones en el Festival Begira Photo de Durango a través de tu conferencia “Pensar la fotografía a través de sus exposiciones” y en “El debate para una crítica de la (inexistente) crítica fotográfica”. Cuéntanos, ¿es ciertamente inexistente (aunque necesaria) esta crítica?
Bueno, el título a la charla no lo pusimos nosotras, ni Laura Terré ni yo, sino el moderador, Rubén Ángel Arias. Si bien es cierto que tenemos evidentes carencias en nuestro país respecto a estudios críticos sobre fotografía, también es indispensable identificar quienes han estado trabajando más en este ámbito y reconocer sus aportaciones desde las múltiples plataformas que puede tener la crítica. Pensemos, por ejemplo, en la labor que está desarrollando la revista Concreta, las aportaciones de teóricos y comisarios como Víctor del Río, Jorge Ribalta o Pedro Vicente. Además de artículos y ensayos, las exposiciones también producen pensamiento crítico.
En tu conferencia, hablaste de la resignificación que experimentan las imágenes fotográficas a su paso por el contexto expositivo. ¿Podemos hablar entonces de la variabilidad del mensaje de las imágenes en función del entorno?
Es un argumento ya histórico y no por ello menos complejo. Walter Benjamin ya en los años 30 lo señaló argumentando que según el perfil ideológico de un periódico donde una fotografía viniese reproducida podría adquirir diferentes matices y sentidos. Robert Capa, en algún momento de la Segunda Guerra Mundial, ideó una agencia que protegiera los derechos de sus imágenes justamente para que no fueran resignificadas con sentidos opuestos con los que él las había registrado como autor. Roland Barthes volvió a abordar esta cuestión en los años 50 indicando que el pie de foto también podía ser una especie de parásito que nos condiciona demasiado a la hora de interpretar una fotografía. Más recientemente, Ariella Azoulay a través de su propuesta de una nueva ontología de la fotografía entendida esencialmente como encuentro señala que los límites del debate no pueden estar marcados por el límite del encuadre. La fotografía genera acontecimientos en los que participa mucha gente, incluidos los espectadores que a su vez tendremos nuestras reacciones e interpretaciones respecto a una fotografía. ¿Qué sucede, por ejemplo, cuando una fotografía de origen fotoperiodístico entra en el museo de arte descontextualizada, a menudo convertida en foto única apreciable como objeto estético? Suceden muchas cosas, pero sería un poco ingenuo seguir hablando de la pobreza narrativa de la fotografía o de una absoluta relatividad de sus posibles interpretaciones. Cada uno es libre de generar las interpretaciones que quiera de una imagen. Es más, muchas veces ni siquiera somos demasiado dueños de nuestras propias reacciones frente a ellas. En todo caso, a mí me interesa mucho como Azoulay rescata el potencial civil de la fotografía. Si nadie puede eliminar un acontecimiento que ha tenido lugar, mientras que sí puede eliminar su registro fotográfico, lo cierto es que una fotografía no es algo cerrado y terminado, sino algo abierto que cada espectador tiene la posibilidad de completar no solo desde lo que le falta, sino también en relación a lo que enseña.
Actualmente estás realizando el doctorado en el Departamento de Historia del Arte de la UB investigando las prácticas fotográficas en el ámbito artístico y la representación del territorio en la época de la modernidad global. Explícanos, ¿qué te hizo decantar por esta temática? ¿Qué nos quieres contar a través de ella?
Me interesa mucho conocer mejor cómo a partir de los años sesenta algunos artistas empiezan a retorcer y sacudir la idea de paisaje y a revisar de forma crítica la idea de representación abriendo líneas de fuga en la creación artística cuyas herencias se han ido desarrollando de distintas maneras hasta hoy en día. No se trata de hacer una historia del paisaje, sino de comprender los enfoques y procesos de investigación artística que han acompañado la reflexión sobre el territorio a través de algunos casos concretos y qué tipo de mediación ha operado la fotografía en sus prácticas. Paisaje es una idea muy compleja. Es un término plurisemántico y que según desde qué campo académico se plantee refiere a cosas muy distintas. Cuando dices ‘paisaje’ te puedes estar refiriendo a unas montañas que ves desde tu balcón o a una fotografía colgada en la sala de espera del dentista. Estudiar la idea de paisaje y sus distintas formas a través de las prácticas fotográficas es una forma indirecta de entender la mediación que produce la fotografía en nuestra comprensión del mundo, pero también nuestra forma de ver y comprender lo que nos rodea.
En una entrevista definiste la creatividad como la posibilidad de saber desplazar las pautas establecidas. ¿Somos individuos extremadamente rígidos ante todo lo que sucede a nuestro alrededor? ¿Tenemos una mirada totalmente educada, dirigida, ordenada y controlada?
Somos hijos de nuestra cultura y de nuestro entorno. Algunos tienen la distancia suficiente para ver y comprender cómo se forman ciertas ideas y formas de comprensión incluyendo las suyas propias. Cuando estas personas las comparten, nos muestran su forma de ver esa distancia, nosotros también aprendemos a hacer el mismo ejercicio y podemos empezar a preguntarnos cómo pensamos, como se forman nuestros gustos y subjetividades, podemos empezar a identificar quien es la voz mental que nos manda y nos hace reaccionar, podemos empezar a escuchar con otro oído esa voz que dice ‘yo’ o simplemente preguntarnos cuándo nos empezó a gustar tal fotógrafa y qué aprendizajes nos transmite. Ciertas modalidades de cuestionamiento generan espacio, un espacio disponible a algo nuevo y distinto. Creo que es desde esa liberación que puede surgir lo que entendemos por capacidad creadora.
Para finalizar, ¿dónde pones el acento en tus clases? ¿Qué es aquello que quieres transmitir a tus alumnos?
En un nivel muy básico, se trata de ofrecer una plataforma de conocimientos desde la cual se puedan mover por ellos mismos. Y para ello es fundamental que conozcan alguna de las líneas discursivas que han marcado las formas, cómo ha sido pensada la idea de fotografía y qué han hecho los artistas con esa idea. En un estrato más íntimo, trato de compartir lo que yo misma estoy aprendiendo día a día. En el trabajo cotidiano de investigación -el que realizo para la tesis o para los comisariados- siempre descubro cosas que pueden ser útiles para algunos de los que participan en los cursos: artículos, autores, teorías, nuevas perspectivas. Con ello podemos mantener un debate desde un presente que está vivo porque, se trate de analizar una obra de este año o de hace cuarenta, la estamos reactivando desde el hoy, desde lo que nos provoca y nos interpela hoy con lo que traemos vivido.
Marta, ¡un placer hablar contigo! ¡Muchísimas felicidades por todos tus éxitos!
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